Navidad, fiestas de fin de año y cerebro... ¡No a la pirotecnia! Navidad, fiestas de fin de año y cerebro... ¡No a la pirotecnia!
El órgano rector del pensamiento
(cerebro) reconoce
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las brisitas frescas o calurosas
(según el clima santiagueño),
las reuniones con amigos
y familiares, las luces, los cantos
navideños, los postres helados
y el pollo al horno o asado,
el tránsito enlentecido,
elementos que son parte de
una tradición que como costumbres
nos hacen a muchos
alegrarnos por aquello de subir
al “tren de la Navidad”, por
el contrario a otros los entristece
y amarga ver la alegría de
los demás. Hoy se ha determinado
que esas agradables sensaciones
de alegría y regocijo
tienen áreas específicas en
nuestro cerebro.
Trastorno afectivo estacional:
se caracteriza por
cambios bruscos del estado
de ánimo. Los afectados tienen
bajos niveles de serotonina
y melatonina, lo que significa
que necesitan mucha más
luz. Cuando la luz llega a la retina
en la parte posterior del
ojo, las señales eléctricas son
enviadas al hipotálamo.
Esta
es la parte del cerebro que
controla el sueño, el apetito, la
temperatura corporal, el deseo
sexual y el humor. Cuando
no hay luz suficiente, estas
funciones comienzan a disminuir.
Sobrealimentación:
además de la indigestión, comer
en exceso también tiene
un efecto mucho más siniestro.
Se estimula una vía generalmente
inactiva entre el hipotálamo
y el sistema inmunológico.
Esto resulta en una
respuesta inmune excesiva y
conduce a la inflamación de
bajo grado en todo el cuerpo.
Y es por eso que a menudo se
sienten mal después de comer
demasiado. Comer en exceso
por largos períodos de tiempo
conduce a una inflamación
crónica, lo que puede contribuir
a la diabetes tipo 2 y enfermedades
del corazón.
El exceso de alcohol: el
problema no es la ingesta excesiva
de alcohol (si es que
ocurre una o dos veces al año)
sino la ansiedad y la irritabilidad
que se genera cuando se
detiene el consumo. La interrupción
brusca del consumo
de alcohol conduce a la hiperexcitabilidad
cerebral debido
a la repentina ‘liberación’, lo
que afecta los receptores que
habían sido inhibidos por el
alcohol.
Estrés familiar: Cualquier
forma de estrés conduce
a la liberación de adrenalina y
cortisol y existe una parte del
cerebro que es especialmente
vulnerable a los aumentos de
cortisol; el hipocampo. Como
resultado, cuando se está estresado
es posible que la capacidad
multitarea (multitasking)
y de recordar las cosas
se ve afectada. Hacer ejercicio
y dormir lo suficiente son las
mejores maneras de contrarrestar
el aumento de los niveles
de cortisol.
Para mí éste es el más bello
tiempo del año, me agrada,
miles son los recuerdos felices
de la infancia y la temprana
adolescencia me hacen
recrear parte de los momentos
más bellos vividos en
mi existencia; las veladas pre
navideñas de las promociones
de tu colegio, ir al supermercado
disfrutando los olores
de las frutas navideñas, el
visitar el Santa Claus de los
shoppings, el esperado día
de reyes. Sean cuales fueran
las emociones básicas podemos
plantear que estas cumplen
una serie de propiedades
que las hacen distintivas; una
emoción (como la alegría o la
tristeza) es el resultado de un
patrón complejo de respuestas
químicas y neuronales que
forman un patrón característico,
estas respuestas son automáticas
y producidas por el
cerebro cuando detecta un estímulo
determinado (un objeto
o una imagen mental).
El
cerebro está determinado por
la evolución para responder
ante ciertos estímulos, pero la
experiencia personal hace que
esas incitaciones se extiendan
hacia otras regiones, esa es la
razón de porqué ante los estímulos
de la Navidad se activen
tantas áreas cerebrales.
El resultado de estas respuestas
químico-neuronales es un
cambio temporal en el estado
del cuerpo y en esas partes del
cerebro que chequean estos
estados corporales (la emoción
se siente en el cuerpo y el
cuerpo informa al cerebro sobre
los cambios que siente) y
por último, la finalidad de las
emociones es la supervivencia
y la adaptación.
En resumen, la tristeza
implica soledad, indefensión,
desánimo y nos resta
vida, así que trate en lo posible,
de ser feliz, hágalo como
una promesa para el próximo
interés importante de su vida
y siéntalo al degustar las burbujas
de champagne en la fina
copa de la cual beberán.
La felicidad, por el contrario
implica regocijo, satisfacción,
plenitud, alborozo, goce
y por encima de todo nos
prolonga la vida, la decisión
por tanto es obvia.
A los lectores y a EL LIBERAL
simplemente gracias y sigamos
juntos en 2020.