Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés en la vida cotidiana Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés en la vida cotidiana
uen día, queridos lectores, hoy voy a hablar de trastornos que se dan en nuestra vida cotidiana y mucho más ahora que vivimos una situación con un condimento de plusvalía en lo que hace a lo rutinario y monótono de nuestras acciones diarias como es la pandemia. Seguramente este momento que vivimos a nivel mundial nos acerca muchísimo a este tipos de trastornos y son los que nos llevan a la desesperación, miedos, ansiedades, angustias, la pérdida de los estados emocionales en contacto en donde debemos respetar el famoso “a dos metros de ti”, homónimo de una película de muy buena trama psicológica y clínica, y cuyo contenido objetivo era mostrar cómo personas con dicha enfermedad se deben manejar cuando se padece de la fibrosis quística pulmonar.
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Los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés son una categoría relativamente reciente en el DSM-V que hacen referencia a trastornos, tradicionalmente pertenecientes a los de la ansiedad, causados por eventos traumáticos.
Entre estos trastornos tenemos algunos que son muy conocidos, como es el caso del TEPT, y otros asociados a un apego disfuncional o rasgos de personalidad. Veremos más en detalle esta categoría de título tan largo, además de su historia y qué trastornos la componen.
Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés: características
Los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés son un conjunto de alteraciones mentales en los que la exposición a un evento traumático o muy estresante es uno de su principal criterio diagnóstico. Actualmente, se entiende como factor estresante a cualquier estresor que perturbe el equilibrio fisiológico, cognitivo, comportamental o emocional normal de una persona. El origen de este factor estresante puede ser de diferente índole, pudiendo ser física, económica, social o psicológica. Por su parte, un factor traumático es cualquier acontecimiento que pueda causar un grave perjuicio sobre la integridad física y psicológica de la persona, ya siendo en forma de amenaza de muerte, daños graves, violencia sexual, tanto en esa misma persona como en un familiar o amigo cercano. Los trastornos de esta categoría producen un elevado coste personal, económico y social. A nivel personal provocan malestar, sufrimiento y una serie de secuelas postraumáticas tan graves que pueden dejar marcada a la persona de por vida. En cuanto a lo económico, los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés suponen grandes gastos para las instituciones estatales y las empresas, dado que quienes los padecen solicitan bajas laborales de larga duración y pensiones por discapacidad. Desde el punto de vista social los trastornos de esta categoría han suscitado una gran preocupación. Esto ha sido especialmente así en el mundo occidental en las dos últimas décadas a raíz de acontecimientos tan traumáticos a nivel histórico como lo han sido el 11-S, el 11-M y otros atentados, tanto islamistas como de grupos paramilitares separatistas (p. ej., ETA, IRA y milicias prorrusas crimeas). Es por esto que los países desarrollados, especialmente Europa Occidental y Estados Unidos, han diseñado y aplicado programas para reducir la incidencia de estos trastornos y paliar sus consecuencias.
Historia
Desde la publicación de la quinta edición del DSM-V (2013), los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés disponen de un apartado propio y específico, siendo apartados formalmente de los trastornos de ansiedad, y afirmándose como uno de los grandes grupos de trastornos psiquiátricos. En cuanto al otro gran sistema de clasificación de los trastornos mentales, estos trastornos ya gozaban de su propio grupo aparte, desde que se publicara la CIE-10 en 1992, sólo que aquí son denominados reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación. También se pueden encontrar, en parte, en el apartado de los trastornos de personalidad de la misma CIE-10. Allí se reconoce la existencia de las llamadas transformaciones persistentes de la personalidad tras experiencia catastrófica (TPP), en las que las secuelas de un evento traumatizante son tan devastadores que incluso se manifiestan décadas después de haber sido expuesto al acontecimiento traumático. Para poder ser diagnosticadas, el evento debe haber sido tan extremo como para que no se requiera haber tenido la vulnerabilidad personal para explicar el profundo efecto sobre la personalidad.
Principales trastornos de esta categoría
Vamos a ver los principales trastornos que configuran la categoría de los relacionados con traumas y factores de estrés.
v Trastorno de apego reactivo (RAD)
El trastorno de apego reactivo (RAD, por sus siglas en inglés) surge, aproximadamente, a los 5 años, teniendo como rasgo principal una capacidad de relacionarse socialmente distorsionada y no debidamente desarrollada en la mayoría de los contextos.
Entre las características generales que podemos encontrar en este trastorno, tenemos reacciones sociales o emocionales pobres hacia los demás, muy limitadas expresiones de afectos positivos y episodios de irritabilidad, tristeza o miedo sin causa ni motivo aparente.
Los niños que manifiestan trastorno de estrés han sido víctimas de algún patrón extremo de cuidado insuficiente en algún momento de sus vidas. Ya sea por negligencia o carencia social, no han tenido sus necesidades emocionales básicas cubiertas, impidiendo que el niño creciera sintiéndose seguro.
v Trastorno de relación social
desinhibida
El trastorno de relación social desinhibida se manifiesta, también, en niños. El pequeño muestra una sociabilidad indiscriminada o falta de selectividad al escoger a figuras con las que se apegan.
Los niños con este trastorno muestran un comportamiento verbal o físico demasiado familiar con personas que no forman parte de su círculo cercano, además de buscar el contacto afectivo en desconocidos.
Por ejemplo, se muestran excesivamente familiares con extraños, a quienes les llegan a pedir cosas y mostrarles afecto.
Lo curioso es que recurren poco o nada a su cuidador habitual adulto, es decir, a su propia madre, padre o tutor encargado de su cuidado.
Este trastorno se podría considerar la versión desinhibida del trastorno de apego reactivo, teniendo un origen similar en su ocurrencia.
Los niños que lo manifiestan no han podido desarrollar un tipo de apego seguro durante su primera infancia, con lo cual desarrollan diferentes estrategias para poder afrontar diferentes carencias o situaciones amenazantes.
v Trastorno de estrés
postraumático
(TEPT)
Uno de los trastornos relacionados con traumas más destacados, el Trastorno por estrés postraumático (TEPT), se manifiesta de forma bastante frecuente en la población, encontrándose con una prevalencia de entre 1 y 3,5% en el mundo.
Este trastorno es especialmente alto entre militares y otras personas cuya profesión suponga un elevado riesgo de exposición a eventos traumáticos, como policías, personal sanitario de emergencias y bomberos, además de víctimas de atentados terroristas, violencia sexual y catástrofes naturales, o ser testigo de ello. El TEPT está asociado a altos índices de dificultades sociales, ocupacionales y físicas, así como costes económicos elevados y un mayor uso de los servicios médicos.
Entre lo que causa este trastorno más destacable tenemos:
n Flashbacks del evento traumático.
n Dificultades para dormir y pesadillas.
n Sentimientos de soledad.
n Reactividad excesiva; irritabilidad, agresividad, hipervigilancia...
n Alteraciones del estado del ánimo, junto con preocupación, culpa y tristeza.
n Pensamientos intrusivos.
n Evitación de los recuerdos.
n Alteraciones cognitivas, como miedos irracionales.
n Despersonalización; sensación de ser un observador externo a sí mismo.
n Desrealización; sensación de que el mundo que se vive es irreal.
v Trastorno de estrés agudo
Este trastorno se caracteriza por la aparición de un conjunto de síntomas de ansiedad que ocurren después de haber sido expuesto a un acontecimiento altamente traumático. Estas alteraciones duran más de dos días, hasta un máximo de cuatro semanas, y aparecen el primer mes después de haberse vivido el acontecimiento traumático.
En caso de superarse esas cuatro semanas, se contemplaría el diagnóstico del TEPT o del trastorno de adaptación. Los síntomas más comunes de este trastorno son similares a los del TEPT:
n Desrealización; sensación de que el entorno es irreal o extraño.
n Amnesia disociativa; incapacidad para recordar el evento traumático.
n Aturdimiento.
n Falta de concentración.
n Problemas para conciliar el sueño.
n Conductas de evitación de personas o lugares relacionados con el trauma.
Una de las diferencias con respecto al TEPT es que el trastorno de estrés agudo es de inicio temprano, es decir, se empieza a sentir al poco tiempo de haber sido expuesto al acontecimiento traumático.
v Trastorno de adaptación
El trastorno de adaptación es una manifestación sintomática derivada de un acontecimiento estresante claro y definido, con una duración de tres meses tras la ocurrencia del mismo, pero que no se puede clasificar como un TEPT. Para que se pueda diagnosticar, se debe haber producido un malestar sumamente elevado, muy desproporcionado a lo que se esperaría cómo reaccionaría una persona sin el trastorno ante el mismo acontecimiento estresante, y que implicara un deterioro en el área laboral y social. Existen varios subtipos, incluyéndose el trastorno de adaptación con:
n Estado de ánimo depresivo: desesperanza y tristeza.
n Ansiedad: nerviosismo, agitación y miedo.
n Ansiedad asociada a estado de ánimo depresivo: combinación de las anteriores.
n Antisocial: agresividad e impulsividad.
n Mixta emocional y antisocial: combinación tristeza y miedo con agresividad.
Sea de la modalidad que fuere, este trastorno implica todo tipo de problemas, como de pareja y la familia, disfunción sexual, dificultades económicas, bajo rendimiento académico, problemas de salud y cambios laborales.
v Otro trastorno relacionado con traumas y factores de estrés especificado y no especificado
Esta categoría se utiliza para referirse a las alteraciones en las que predominan síntomas característicos de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, causantes de malestar clínicamente significativo además de deterioro social, laboral y económico, pero que no cumplen los criterios diagnósticos suficientes para tener un diagnóstico puro.
Referencias bibliográficas:
Morales Rodríguez, P.P., Medina Amor, J.L., Gutiérrez Ortega, C., Abejaro de Castro, L.F., Hijazo Vicente, L.F., & Losantos Pascual, R.J. (2016). Los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés en la Junta Médico Pericial Psiquiátrica de la Sanidad Militar Española. Sanidad Militar, 72(2), 116-124.
Montahud Rubio, N. (2019). Graduado en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.