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Aparece la sombra de las drogas vinculada al homicidio salvaje de Cristian D. Moya

Junto al cuerpo de Moya, emerge la figura del dueño de casa, Walter Fabián Bustamante. El horror expuso a dealers y a consumidores.

10/11/2023 06:00 Policiales
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Dionisio Antonio Irazábal fue formalmente acusado de "homicidio simple" de Cristian Darío Moya. El hecho de sangre ocurrió el 30 de octubre en casa de Walter Fabián Bustamante, pero la defensa contragolpeó con una frase que intenta despegar a su cliente de una pena mayor: "El pecado de mi cliente fue disparar sin querer e incurrir en un homicidio culposo".

El común denominador de unos y otros habría sido la droga y el escenario, una casa propiedad de Walter Fabián Bustamante, también posible dueño del arma homicida, en el Bº Independencia.

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Bajo esos parámetros sobrevino el prólogo de la audiencia, presidida por el juez de Control y Garantías, Carlos Ordóñez Ducca. Por Irazábal, actuó el defensor oficial, Diego Alfredo Leguizamón. En tanto, por la Fiscalía, Pablo Moya y Nicolás Santillán.

Al abrir el fuego verbal, las partes acordaron retirar del recinto a Walter Fabián Bustamante, al parecer por "encubrimiento de homicidio simple" e infracción a la Ley de drogas (23.737).

La bala por la espalda

Siempre sobre la base de las actuaciones, los investigadores intentan reconstruir el horror. En teoría, en la casa de Bustamante se vendía drogas, punto de encuentro de todos los protagonistas.

Como hubo una discordancia entre las partes, el juez dejó en suspenso ayer la audiencia y el lunes todos se congregarán de nuevo: abogados, imputados, con acusaciones efectivas y sin retaceos.

Abstrayéndose de ese parate, Bustamante deslizó que la noche previa los delincuentes convirtieron su casa en blanco de disparos. Con ello, intentó justificar por qué Irazábal manipulaba un revólver.

Lo que deberán clarificar los peritos es la distancia del disparo y cotejarlo con el relato de Irazábal: "Fue un disparo accidental. Lo maté sin querer", habría señalado. Desde esa certeza, su defensa juega todas sus fichas al "homicidio culposo", con una máxima de 3 años y excarcelable.

El lunes liberador

Desde este lunes, arrancará oficialmente la batalla. El equipo fiscal no andará con rodeos, menos desea hacerle precio al delito: va por el "homicidio simple", reprimido con una mínima de 8 y máxima de 25 años de prisión.

Para Moya y compañía, no se trató de una muerte accidental. Puesto en perspectiva, arriesgada la afirmación, porque lo obliga a internarse en el antes y durante, hasta partir el plomo que minó y segó la vida de Cristian Darío Moya.

Enfrente, la defensa de Irazábal buscará cortar por lo sano y convencer a Ordóñez Ducca que todo se debió a un desafortunado "homicidio culposo". Alude a cualquier muerte producida por medios ilícitos, ya sea causado por un acto intencional, imprudente o negligente de otra persona.

Uno u otro actor, mal que les pese a todos, la muerte de Moya quizá sea liberadora. Hasta el 30 de octubre lucía sutilmente camuflada por visitas de empedernidos ebrios. Ahora, el bisturí de Ordóñez Ducca se apresta a adentrarse hasta lo más profundo del bajomundo.

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