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EL LIBERAL . Santiago

PARAFILIAS

POR FRANCISCO VIOLA

En salud sexual hay un concepto que tiene una historia particular. Es el de la parafilia. Ofensivo, controvertido, habitual y lógico. Veamos esta idea. Cómo debería hacer siempre comencemos con la definición en su microhistoria. Parafilia es una palabra de origen griego que sale de la unión de dos vocablos muy conocidos (utilizados) para que significa al lado y filia que tiene que ver con el amor, como una síntesis de comportamiento sexuales activos. La para-filia entonces es tener una actividad sexual diferente a los que los cánones establecían como lo habitual. Algo fuera de lo común para un grupo de personas. Ahora bien, el primer problema se planteaba que no se sabía la frecuencia de ciertas actividades, se sabía, sobre todo, lo que se decía que se hacía y no lo que se hacía. O sea, lo no habitual, lo parafilico, estaba disociado de la realidad. Como siempre esta historia comienza con un error conceptual. Al tener lo habitual, se lo llama "normal", y lo que es diferente, por oposición se lo llama anormal, fuera de la norma. Como sabemos los seres humanos tenemos una tendencia irrefrenable, muchas veces, a partir de los hechos emitir juicios de valor y de opinión. Entonces de allí un paso siguiente era mínimo, por más que haga da- ño. Lo a-normal es siempre lo que hay que corregir, según la lógica normalizadora. Los comportamientos que no son "normales" pasan a ser malos. Un pasito más, un adjetivo más y terminando de hablar de perversiones. Es decir que el uso no normal de algo. Como pueden ver de un paso al otro se llega al camino equivocado también. Entonces, un comportamiento que, aparentemente, no todos hacen, cuando seguramente todos disfrutaban en la intimidad, es catalogado de anormal, luego de eso, algún avispado intelectual o moral –valga la ironíalo sentencia como perverso. Obviamente, lo que conduce a clasificarlo como problema y, por lo tanto, buscar soluciones. Si el problema es sanitario se impone tratamientos, si es social, sanciones legales. Un circuito lógico, pero con fallas conceptuales exageradas. Como suele pasar, estas dos ideas de daño conducen a dos estrategias de control: a nivel sanitario, clasificaciones que definen la perversión en términos de ciertas situaciones que generan problema: diferente, repetido, genera malestar y se mantiene en el tiempo. Del lado legal: sanción disciplinaria intensa. Cárcel y penas desde livianas hasta duras. Terreno fértil para que inocentes, sanos y placenteras personas se vean sacudidos por una oleada moral-sanitaria y legal. Pero lo no habitual no puede ser el problema nunca. El inonveniente a nivel sexual debe estar regido por pautas más concretas, específicas y definidas. Si bien cada sociedad tiene derecho a emitirlas como crea mejor, existe una norma superior que debería ser considerada y son los derechos humanos y, también el bien común y la salud de las personas. En este sentido es adonde se orienta el razonamiento actual en relación a la parafilia. A nivel de derechos humanos el límite es claro, en primer lugar, lo que es consentido de forma libre, informada, por alguien con capacidad de hacerlo, que lo ha expresado clara y específicamente, o sea, el consentimiento siempre es personal e interpersonal. Dentro del consentimiento, casi todo. El casi es porque agregamos una variable importante el daño potencial o real que se hace. Allí es donde actuamos. A nivel sanitario es cuando el comportamiento sexual produce malestar en la persona. Es decir ,no puede evitar hacerlo y le genera no sólo inconvenientes sino lo hace sentir mal en algún momento. Allí es donde también se debe intervenir. La vida sexual siempre debe ser una fuente de placer, bienestar y, potencialmente, encuentro entre personas que son capaces de participar a partir de su libertad y la disposición para hacerlo. Dentro de ello el repertorio que puedan decidir depende de su disposición para hablar, de su imaginación y de su inteligencia erótica. Por ello, sólo nos preocupemos por lo que hace daño de algún modo, de lo que incluya la violencia como forma de dominación, poder y daño y lo que genere luego malestar a la persona. Quizás en esta lógica estemos creando un mundo mejor.

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