El arte en tiempo de pandemia

Por Adolfo Marino “Bebe” Ponti. Escritor-poeta

Un día mientras soñábamos con la vida, nos enteramos que un virus aparecido en Wuhan, China,  se propagaba por toda la humanidad. Entonces miramos la distancia que nos separaba de aquel  lejano lugar y seguimos soñando,  sin darle demasiada importancia a la noticia, presumiendo que a nosotros por vivir en el fin del mundo, jamás nos tocaría en desgracia lidiar con el Covid 19.

De pronto caímos en cuenta que el mundo  era chico y convivíamos en la tierra como vecinos de una sola aldea global, donde en un abrir y cerrar de ojos podíamos dormirnos en Argentina y despertarnos en Europa, enviar un mensaje por teléfono al polo norte y recibir su respuesta en el instante. La cosa es que más temprano que tarde, el temible y microscópico azote llegó a nuestro país y antes que nuestros sueños se hicieran realidad, tuvimos que encerrarnos, cubrirnos los ojos, taparnos la  boca, la nariz y cumplir las disposiciones del Estado para preservar nuestras vidas. Desde entonces, con más o menos precauciones nuestras actividades se redujeron al mínimo indispensable.

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Cerraron los cines,  los teatros,  todos los espectáculos,  conciertos,  grandes y  pequeños, públicos y   privados.  De  cualquier tipo, como si una gran nube negra hubiera apagado la función de todos los eventos artísticos. Pero el espectáculo debe continuar y los artistas seguir  produciendo, porque, como dice Horacio Guarany: “La vida misma es todo un canto”.   El hombre, el ser, es antes que nada un sentimiento de carne y hueso, buscando siempre una respuesta para su destino, un alimento para su espíritu. En este sentido el primer refugio que encontró  la sociedad fue precisamente la lectura, volvieron los libros a las mesitas de luz, el cine entró a nuestros hogares  a través de las plataformas virtuales, como  videos, documentales y otras creaciones e invenciones estéticas.

El arte nuevamente nos abraza en la desolación aunque la mayoría de los artistas paradójicamente  se quedaron sin trabajo. Hurgando en sus almas la belleza escondida para sacarla cuando todo esto pase. En efecto la mayoría de los creadores no han dejado de trabajar y aunque hoy falten los espacios para expresarse; y  muchos de ellos vivan casi en la indigencia,  están haciendo de la soledad un período fecundo de creaciones artísticas, en todos los géneros, musicales, plásticos, literarios, teatrales, algunos suben a las redes sus nuevas obras, otros se acercan a su público mediante streaming y muchos viven de la docencia, dando clases por zoom, Jitsi Meet y demás aplicaciones disponibles por internet. De ninguna manera bajaron los brazos y sin pedir demasiada atención, probablemente nos despertemos de la pesadilla con la inauguración de un nuevo amanecer descrito desde la belleza.

Es muy probable que después de la pandemia, haya un reflorecimiento de la civilización y comencemos a vivir el esplendor de la era virtual. En este sentido, no descarto que tanto el arte como la cultura resurjan de las cenizas y se manifiesten con un lenguaje totalmente novedoso.

Los periodos de oscuridad son los más luminosos para el alma.