Falsos mitos sobre el cambio climático Falsos mitos sobre el cambio climático
es más que una parte del ciclo
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El clima de la Tierra nunca
ha dejado de cambiar, pero el
estudio de la paleoclimatología
o, lo que es lo mismo, los “climas
antiguos”, demuestra que
los cambios acontecidos durante
los últimos 150 años (desde el
comienzo de la Revolución Industrial)
no pueden ser naturales
por su excepcionalidad. Los
resultados de los modelos indican
que el calentamiento previsto
para el futuro podría no
encontrar precedentes en los últimos
cinco millones de años.
El argumento de la “naturalidad
de los cambios” esgrimido
por los negacionistas se
apoya en que el clima terrestre
aún se está recuperando de
las frías temperaturas de la Pequeña
Edad de Hielo (1300 d.C-
1850 d.C.), y que las que tenemos
en la actualidad son las
mismas que las del Período Cálido
Medieval (900 d.C.-1300
d.C.). La laguna de dicha apreciación
es que ambas etapas no
supusieron cambios globales,
sino regionales, que afectaron
al noroeste de Europa, al este de
América y Groenlandia.
Los cambios se deben a
las manchas solares o a los
rayos cósmicos
Las manchas solares son regiones
de la superficie del astro
que albergan una intensa actividad
magnética y pueden ir
acompañadas de erupciones solares.
Si bien estas manchas poseen
la capacidad de modificar
el clima de la Tierra, desde 1978
los científicos han empleado
sensores en satélites para obtener
un registro de la energía solar
que llega al planeta y no han
observado la existencia de una
tendencia ascendente, por lo
que no pueden ser la causa del
calentamiento global reciente.
Los rayos cósmicos son radiación
de alta energía originada
fuera del sistema solar, surgida,
quizá, en galaxias lejanas.
En alguna ocasión se ha señalado
que estos rayos podrían ser
uno de los motivos por los que
se “fabrican” las nubes, por lo
que si se redujera la cantidad de
rayos que alcanzan la Tierra disminuiría
el número de nubes, lo
cual haría que se reflejase menos
luz solar en el espacio y que
el planeta se calentase.
El CO2 sólo es una pequeña
parte de la atmósfera,
así que no puede calentar
demasiado
Se trata de un intento de jugar
una carta de sentido común,
pero yerra el tiro. En 1856, la
científica estadounidense Eunice
Newton Foote realizó un experimento
con una bomba de
aire, dos cilindros de vidrio y
cuatro termómetros con el cual
demostró que un cilindro expuesto
a la luz solar que contiene
dióxido de carbono atrapa
más calor y durante más tiempo
que un cilindro que alberga
aire normal. Desde entonces, la
ciencia ha repetido este experimento
tanto en laboratorios como
en la atmósfera llegando a
la misma conclusión una y otra
vez. En cuanto al argumento de
que una parte diminuta de algo
no puede generar un efecto
significativo, basta con recordar
que solo se necesitan 0,1
gramos de cianuro para matar a
una persona adulta, es decir, el
0,0001% de su peso corporal.
Los científicos manipulan
los datos para mostrar
la tendencia ascendente de
la temperatura
No solo no es cierto, sino que
es una maniobra simplista utilizada
para atacar la credibilidad
de los científicos que estudian
el clima. Para que una conspiración
de estas dimensiones fuera
posible, sería necesario que miles
de científicos de más de 100
países se pusieran de acuerdo a
la hora de mentir sobre los datos
obtenidos.
Los científicos corrigen y validan
continuamente la información
recabada. Por ejemplo,
entre nuestras labores está la
corrección de registros históricos
de temperatura, ya que los
sistemas de medición han variado
a lo largo del tiempo.
Entre 1856 y 1941, la mayoría
de mediciones de la superficie
marina se llevaban a cabo izando
el agua con un cubo desde la
cubierta del barco. Este método
no ofrecía garantías, ya que al
principio se utilizaban cubos de
madera y después se emplearon
de lona. Asimismo, el cambio de
embarcaciones de vela a barcos
de vapor alteraba de igual manera
la temperatura del agua, ya
que la diferencia de altura entre
las naves hacía que la evaporación
fuera mayor o menor en cada
caso cuando el agua llegaba a
cubierta. Desde 1941, la mayoría
de mediciones se han realizado
a través del sistema de toma
agua de los barcos, por lo
que no hay que preocuparse por
la refrigeración producida por la
evaporación. (NatGeo)