“La felicidad no debe ser una meta, sino más bien las huellas que se dejan al caminar por la vida" “La felicidad no debe ser una meta, sino más bien las huellas que se dejan al caminar por la vida"
Los motivos para sentirse bien no se los
encuentra de una vez cuando llegan épocas
de balance como son los finales de año o
días de cumpleaños, o algunas de esas fechas
muy claves que marcan un pasaje de
un capítulo de la vida a otro. Los motivos para
sentirse bien uno los va construyendo día
a día, a lo largo del tiempo. De manera que
estas épocas de balances cuando llegan son
dramáticas, porque lo sorprenden a uno en
momentos en que va y viene construyendo
su camino. Y si está en armonía con ese proyecto
de vida que viene llevando hacia adelante,
y ese proyecto mira más allá de las
cuestiones simplemente materiales o cuantificables,
creo que se va a sentir bien. Sino
la persona buscará “analgésicos”.
Siempre hay a la vista ofertas de cosas
que supuestamente nos van a acelerar
la felicidad, pero la felicidad en realidad
es una construcción que uno la va haciendo
día a día. Lo demás es un placer efímero.
De manera que llegada la época del balance,
que puede ser el próximo mes, uno no
encuentra que ha tenido hasta aquí un camino
satisfactorio, más que quedarse enganchando
en esa mirada sobre el pasado, debe
abrir hacia el futuro una manera de vivir, para
que cuando se produzca un nuevo balance,
uno diga este balance simplemente es
un recordatorio que me permite decir que
estoy viviendo de una manera que me hace
sentir en paz conmigo mismo, que no tengo
que buscar un motivo para cerrar el año, sino
que es en el día a día cuando debo estar
en equilibrio.
En las cosas simples
Me parece que hoy cuesta más encontrar
el bienestar en las cosas simples, porque
cada vez hay menos tiempo para preguntarse
a uno mismo cuáles son sus verdaderas
necesidades, qué cosas lo hacen sentir
en paz o en calma con uno mismo, y cada
vez hay más ofertas externas que no tienen
que ver con la felicidad, sino más bien tienen
que ver con cuestiones relacionadas al
consumismo.
Muchas veces la gente se equivoca y
agarra por el camino del consumismo, en lugar
de tomar por el camino de la exploración
interior, de sus propios principios, valores,
aspiraciones, necesidades. Entonces busca
la felicidad afuera, cuando en realidad, la
puerta de la felicidad no se abre desde afuera,
sino de adentro, y la va abriendo uno con
su vida de cada día.
La felicidad nunca puede ser una meta
a lograr, sino que debe ser más bien las
huellas que uno va dejando mientras camina
por la vida. O sea, las huellas nunca
están adelante. Uno no camina sobre sus
propias huellas que ya están adelante, sino
que las va dejando atrás. Entonces cuando
en un momento nos paramos a mirar hacia
atrás y este tiempo de balance pueden ser
uno de ellos, vamos a ver nuestras huellas
de lo que hemos venido haciendo ver cómo
nos hemos venido vinculando con las personas
que nos importa, si realmente hemos
estado o no en contacto con ellas, si
hemos estado postergando cosas que para
nosotros son importantes desde el punto
de vista emocional, afectivo (no económico
y material), si hemos mejorado un poquito
el mundo con las cosas que hemos
haciendo… Si nuestras huellas nos indican
eso, el resultado va a ser que nos vamos
a sentir en paz, tranquilos. Podemos decir
que habremos visto un camino de felicidad
que venimos construyendo, porque no es
que a la felicidad salimos corriendo a buscarla
y está adelante. El que la busca adelante
se abona la infelicidad y la insatisfacción
porque cuando la perseguimos a la felicidad
se escapa.
Muchas veces las personas creen que la
felicidad está en el deseo, pero el deseo solo
se hace eso: desear. Y en el momento en el
que se consigue lo que se desea, se lo reemplaza
por uno nuevo.
El deseo nos mantiene siempre ansiosos,
inquietos, mirando hacia afuera y hacia
adelante, en lugar de mirar el presente y hacia
adentro.
Entonces, cuando somos prisioneros del
deseo, es difícil que seamos felices, y cuando
atendemos nuestras necesidades que no
son lo mismo que los deseos, ahí tenemos
más posibilidades de acercarnos a las cosas
que nos dan calma, armonía y a lo que podríamos
llamar momentos de felicidad.
Las necesidades son pocas, los deseos
son infinitos y se reproducen todo
el tiempo. En el tema del deseo, cuando
se alcanza lo que se propone, ya se siente
como un logro, pero no genera calma,
sino más bien el nacimiento de un nuevo
deseo. En cambio, cuando una necesidad
es bien atendida (como comer, tener abrigo,
pertenecer a un círculo en donde uno
es reconocido y apreciado), hay grandes
posibilidades de sentirse en paz, en calma,
en armonía, con una enorme sensación
de felicidad.
Me parece que hoy en día hay una insatisfacción
y poca felicidad en general.