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Alfredo Ramírez: “Fue lo más lindo que me regaló el fútbol”

MOMENTO SUBLIME Alfredo Ramírez ya convirtió el penal decisivo César Taborda se acerca para abrazarlo El ascenso a Primera estaba consumado

MOMENTO SUBLIME. Alfredo Ramírez ya convirtió el penal decisivo, César Taborda se acerca para abrazarlo. El ascenso a Primera estaba consumado.

07/06/2020 00:42 Deportivo
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Alfredo Ramírez: “Fue lo más lindo que me regaló el fútbol” Alfredo Ramírez: “Fue lo más lindo que me regaló el fútbol”

Todo este sueño se agigantó cuando el árbitro decretó el final versus Platense, allá en Vicente López, donde con ese golazo del ‘Burrito’ pasamos a jugar semifinales ante Almagro. Ahí dije: no nos para nadie. Y así fue. Creo que fuimos amplios ganadores de la llave con Almagro, jugando un partidazo de local y de visitantes.

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Y llegó ese momento que en esta profesión uno cierra los ojos y lo desea desde que patea una pelota: jugar una final. Y nada más y nada menos que para ascender a Primera.

Sabía del grupo qué había detrás de esto, lo vivía todos los días entrenando y compartiendo cosas que jamás compartí en otro plantel: asados, mates, música, risas, llantos, momentos difíciles. Ese grupo que gritó campeón fue el que, cuando te pasaba algo difícil, te agarraba la mano y no te dejaba caer. Nadie hubiese podido lograr eso si no tenía al grupo al lado. Nosotros lo tuvimos y esa fue la clave de ese éxito.

Luego de empatar con Sarmiento en cancha de Central, llegó ese 8 de junio del 2019 que va a quedar por siempre en mi memoria. Nunca fui tan feliz y tan relajado a un estadio como ese día, escuchando cumbia a todo volumen, golpeando los vidrios y cantando, como era una costumbre de ese grupo.

Recuerdo que bajé comiendo un chupetín y me preguntaron qué podía decirle a la gente de Central. Le dije lo que sentí y me hicieron sentir desde el primer día que llegué a Central, sabía que a la cancha entrábamos todos. Sabíamos que atrás nuestro, en cada pelota que trabáramos, estaba Santiago.

Decidí irme al vestuario a tomar mates con el “Bicho” e ir a pisar la cancha. Salimos y era una silbatina que aturdía. Me puse auriculares y tenía 40 mensajes de mi señora. Qué le pasa a esta mujer, dije. Eran videos de apoyo saludándome, dándome fuerzas de toda mi gente: mis padres, hermanas, suegros, amigos, cuñados, tíos, primos y en especial de ella con mis dos hijos, Delfina y Benjamín. Fue un golpe bajo, como si el “Chino” Maidana me hubiese dado un derechazo en la pera. Me largué a llorar de una forma terrible caminando por toda la cancha. Cuando pude contenerme un poco, volví caminando hacia el vestuario. Obvio que antes tenía que sacarme la foto con Waldo, que era una cábala nuestra.

Llegó la hora del partido. Durísimo. Un rival que jugaba bien, con dos tanques arriba que eran insostenibles. La pasamos mal. Y cuando erraron un par de goles claros, por dentro pensé que esto era nuestro, porque si a nuestro grupo lo dejabas de pie, te mataba.

Termina el partido y el “Sapo” pregunta quién va a patear penales. Enseguida levanto la mano y digo “pateo el quinto”, sin saber que iba a ser el iluminado de patear ese penal decisivo. Viví cada penal con los nervios que tenía cuando estaban naciendo mis hijos. Hasta que llegó mi turno

En ese momento estaba tan tranquilo como cuando bajé del colectivo camino al vestuario, porque después que Diego Jara pateó el primer penal le dije que iba a patear cruzado y arriba.

Siempre comenté con mis amigos del club que cuando camino hacia el punto del penal no escuchaba nada, no pensaba en nada, no pensaba en cómo podía festejar si hacía ese penal. Fui decidido a patear cruzado y arriba. Y gracias a Dios entró en el ángulo. Y ahí sí se me vino el mundo abajo, no sabía qué hacer, solo me salió darme vuelta, ver a los chicos salir corriendo hacia mí y tirarme en el suelo. Lloraba como un niño que le roban un juguete. Se me tiraron todos arriba y sentí que moría de la emoción. Cuando pude salir de abajo, me abrazaba con todos, con Alexis, “Kichu”, “Kily”, César, Waldo, “Gonza” el kinesiologo. Porque todo lo que hablábamos cuando comíamos juntos se logró. Llorábamos todos juntos.

Pensé mucho en mi familia, en mi señora y mis hijos. Ellos me dieron la fuerza y el valor de patear ese penal, porque después del que erré ante Almagro dije que no iba a patear más penales. Y el peor error es no volver a intentarlo. Después de festejar en la cancha, lo primero que hice es agarrar el celular y hacer una videollamada con ellos. Y les dije “lo logramos, lo logramos... vamos a jugar en primeraaaaa”.

Volvimos al hotel cantando, festejando. Comimos y emprendimos la vuelta a Santiago tomando algo, escuchando cumbia, cantando en el micro, saltando, hasta que me bajó todo el cansancio y la tensión que no sentía en el partido. Me dormí a las 5 de la mañana.

Llegamos a Fernández y ya era viajar a paso de hombre de la cantidad de gente que iba adelante, atrás y a los costados del micro. Tuvieron que cortar la ruta 34 del carril contrario y demoramos 5 horas en llegar desde Fernández a Santiago del Estero. Bajamos y subimos al autobomba de los bomberos con cotillón, banderas y como siempre todos juntos arriba cantando y festejando algo que no podíamos creer. Vi gente de todas las edades llorando, agradeciendo, cantando; mujeres, hombres, niños, niñas, abuelos abuelas, gente no vidente... una pasión incomparable. Lo más hermoso que me regaló el fútbol. Llegamos a la plaza y me bajé de la autobomba porque entre toda la multitud vi a mi señora y mis hijos. Me metí entre toda la gente a abrazarme con ellos, los pilares de mi vida. Después de un rato tuve que correr la autobomba y volver a subirme porque me dejó media cuadra, ja ja ja.

Fue hermoso, lo más lindo que me regaló el fútbol, lo que sueñan todos. No tuve la suerte de jugar con Central la Superliga, pero uno nunca pierde la esperanza. Y si no es en Superliga no importa, mi deseo es poder regresar a jugar a Central Córdoba algún día.

César Taborda: “Este ascenso marcará mi carrera”

Así como Alfredo Ramírez quedó en el recuerdo por convertir el último penal, también el arquero César Taborda tiene un papel protagónico en la película del ascenso. Porque atajó el tercer penal y eso fue suficiente para que los ejecutantes hicieran el resto.

El actual golero de Brown de Puerto Madryn recordó el ascenso con EL LIBERAL.

¿Qué significó el ascenso en tu carrera?

Fue el primer ascenso a Primera División en el que fui partícipe y llegó en un momento de mi carrera en el que estaba con mucha tranquilidad. Por ende la conciencia, que dan los años, me hicieron disfrutar más todo, cada detalle, cada emoción, todo. Por esas cosas, este ascenso marcará mi carrera sin dudas.

¿Van cambiando las sensaciones con el paso del tiempo?

Las primeras semanas después de la final miraba las imágenes y como todavía quedaba algo de euforia, no apreciábamos lo que significó para la provincia. Con el correr de los meses aparecían imágenes nuevas de hinchas emocionados y ahí empezamos a sentir más emociones y nostalgia. Y hablando con mis ex compañeros es algo que nos esta pasando a todos.

¿Cuál es el momento que más recuerdas de ese día en Junín?

Como recordar, recuerdo todo de ese día. Desde las horas previas en el hotel repasando cada detalle del equipo rival, hasta los penales del final, los festejos, todo.

¿Y del regreso a Santiago?

Y ya entrando a Santiago recuerdo cuando desde el camión de bomberos intentaba ver hasta dónde llegaba el mar de gente y no veía el fin. También los festejos en el Terrera, entre otras cosas muy lindas.

¿Tenías cábalas?

Una muy pequeña y desabrida (ja ja ja): entrar con el pie derecho a la cancha.

¿Qué te produce volver a ver esas imágenes y saber que hicieron feliz a tanta gente?

Me emociona mucho ver las imágenes que se fueron

conociendo con el tiempo de hinchas llorando de emoción, saltando, gritando y hasta insultando de alegría. Esas imágenes nos emocionan más que las del partido en sí.

¿Cuando atajaste el penal sentiste que no se les escapaba?

Confiaba mucho en mis compañeros y en el estudio previo del cuerpo técnico. Habíamos tenido varias definiciones por penales por Copa Argentina y habían demostrado carácter, temperamento y precisión en situaciones límites como esa. Por eso entendía que si yo podía tapar aunque sea un penal, era muy alta la probabilidad de que nos quedáramos con el ascenso. Y así fue que con el apoyo incondicional de la gente, el trabajo minucioso de la dirigencia y lo ya mencionado del cuerpo técnico y jugadores, se consiguió el sueño de toda una provincia.l

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