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Con coronavirus, el padre Mateo contuvo a las familias que perdieron a sus seres queridos

En medio de su recuperación el padre Mateo Bautista llevó alivio a los corazones destruidos

En medio de su recuperación, el padre Mateo Bautista llevó alivio a los corazones destruidos.

21/04/2020 21:54 Santiago
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Con coronavirus, el padre Mateo contuvo a las familias que perdieron a sus seres queridos Con coronavirus, el padre Mateo contuvo a las familias que perdieron a sus seres queridos

En su esencia está la contención. Es su don el poder aliviar las almas del que sufre y llora la pérdida de un ser amado. Hombre sensible, pero con una fortaleza que trasmite cada vez que se lo escucha hablar. Tal vez por eso, el coronavirus no hizo mella en su cuerpo, porque siempre está fuerte y porque la fe es su estilo de vida.

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El padre Mateo Bautista, que es referente de la Pastoral del Duelo, en Lima, Perú, y conforma el grupo de los miles de pacientes recuperados del Covid-19, confiesa haber llegado a pensar “en el fin de la vida, en el encuentro con Dios, pero jamás dejé de celebrar misa en mi habitación, y oré en todo momento”.

Hace casi un año visitó Santiago del Estero para dar contención a los que sufren la muerte de sus familiares, y ayer, vía telefónica con EL LIBERAL, desde Perú, además de contar su experiencia con el coronavirus, aprovecha para dar un profundo mensaje a la comunidad santiagueña: “para los que no tienen coronavirus, para los que dieron positivo, y para los que perdieron algún familiar en medio de la pandemia”, aclara.

“Hace 20 días comencé a sentir algunas molestias en la garganta y una tos un poco insistente. Me hicieron el test y me dio coronavirus positivo. Pero no tenemos idea de cómo llegué a ese estado, porque no tuve contacto con absolutamente nadie con el virus. Hoy sólo se me ocurre pensar que pude haberme contagiado a través de unas frutas que comí, que me enviaron”, cuenta el sacerdote.

“Después de haber confirmado coronavirus comencé un confinamiento en mi habitación, sin salir, y por fortuna ya estoy recuperado, después de dos semanas. Sin embargo jamás tuve recaídas por lo que lo mío fue asintomático”.

“En esa situación uno vive sentimientos especiales. Gracias a Dios sentí mucha paz en mi interior, desde el primer momento oré y creo haber orado más que nunca en mi vida, consideré que iba a tener dos semanas de ejercicios espirituales, pude celebrar misa cada día. Mi vida con los enfermos es muy activa, así que jamás dejé de dar contención. Sin embargo confieso que también llegué a pensar en el sentido de la vida, la muerte, en el encuentro con el Señor. Son muchas horas las que uno pasa en soledad y es entonces cuando uno realmente madura en todo sentido”, expresa el padre Mateo. Seguidamente da un detalle no menos llamativo: “cuando supe que tenía coronavirus no le avisé a nadie de mi familia ni mis amigos para que no se preocuparan. Lo supieron una vez que estuve recuperado”.

Por teléfono, confesó a pacientes antes de morir

Conocido en todo el mundo por su Pastoral del Duelo, el padre Mateo llegó con sus oraciones a España, en donde el coronavirus no deja de hacer estragos.

“Tuve personas muy cercanas a las que le fallecieron familiares íntimos y los he acompañado en el duelo, a la distancia. Hablé mucho vía telefónica con ellos y con otras personas, incluso con pacientes con coronavirus positivo. Desde sus casas o los hospitales, se comunicaron conmigo y yo, a pesar de que también estaba enfermo oré por ellos, por su paz, por su recuperación. Y lamentablemente, en una ocasión, un paciente, antes de morir se confesó y lo despedí a través del teléfono. Oré a miles de kilómetros. Estuve activo en todo momento”, cuenta el sacerdote sobre sus días en aislamiento y su fortaleza para continuar ayudando a los que se sentían caer.

“Le faltaban horas al día para que yo pudiera ayudar. Gracias a Dios he podido ser un buen samaritano de otros que también estaban necesitando, especialmente de los familiares que perdieron a sus seres queridos en medio de la pandemia”, sostiene.

“La pandemia nos puso en un duelo comunitario, extraordinario, novedoso y sin recursos para elaborar el duelo común”

Animado siempre, con la esperanza siempre a flor de piel, positivo, el padre Mateo Bautista brindó un sentido mensaje a toda la comunidad, que hoy se encuentra en las más diversas posturas.

“En primer lugar quiero hacer llegar mi mensaje a los asintomáticos o quienes directamente no están enfermos. Es muy importante tomar las medidas que nos dicen las autoridades, que respetemos a rajatabla la cuarentena, porque lo más importante hoy es romper la cadena de infección. Y ante una sospecha, háganse el test”, pide el sacerdote, dando paso su mensaje para los positivos de Covid-19.

“Pídanle al Señor, con mucha fe, la paz. Jesús resucitado, lo primero que dice es ‘no temas’. Hay que entregarse y desahogarse con el Señor. Hay que hablar de las angustias, de los miedos. Y también es muy importante, aunque estén solos en una habitación, mantener la comunicación con sus afectos, a través de los teléfonos, de las redes sociales. Hoy, a pesar de la distancia, podemos estar muy cerca gracias a la tecnología. No vale la pena encerrarse en lo negativo, solos. Hay que pedir ayuda, hablar, y sentir la contención del otro”, aconseja.

Y finalmente dio un mensaje de fe y esperanza a las personas que hoy están de duelo por la muerte de un ser querido.

“La pandemia del coronavirus nos ha puesto en un duelo comunitario, extraordinario, novedoso, en el que no tenemos los recursos para elaborar el duelo común. Es un duelo que nos limita mucho, que no nos permite el abrazo directo, el desahogo, la presencialidad, el poder estar horas escuchando hablar de su ser querido que hoy no está. Hoy no se pueden hacer los rituales, los funerales, no podemos estar con otras personas en silencio, pero llorando. Entonces, es momento de recurrir a los recursos interiores de nuestro Sanador, siempre sabiendo que a través de los medios que disponemos, podemos estar en contacto con nuestra familia”, pide.

Y cierra: “Lamentablemente hoy, muchas personas se mueren en una terapia intensiva, y por normas de bioseguridad sus familiares no pueden entrar. Lo que quiere decir que los pacientes se mueren solos. Pero después, lo angustiante pasa por el lado de los familiares, que no pueden despedirse, incluso esos cuerpos son cremados. Todo esto quiere decir que nos predisponemos a un duelo extraordinario, porque ni siquiera las cenizas se pueden llevar a un cementerio y se la tienen que quedar en la casa hasta tanto se los pueda trasladar. Es muy duro todo. Entonces, no se puede llorar en familia a nuestro muerto, por eso es muy importante utilizar los nuevos medios de comunicación, a través de la tecnología, para que la distancia y el dolor sean más llevaderos. Y por supuesto, recurrir a la espiritualidad, a la oración, y entrar en el amor y la esperanza”.


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