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Por siempre, Sandro, el gran ídolo argentino

02/01/2020 21:21 Pura Vida
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Por siempre, Sandro, el gran ídolo argentino Por siempre, Sandro, el gran ídolo argentino

Hace diez años moría Sandro, uno de los máximos ídolos de la canción popular argentina y latinoamericana, pionero del rock and roll en castellano en sus primeros años y, una vez consolidado como artista, pilar fundamental de la balada romántica en la región, género que trascendió las fronteras del país y llevó a distintas parte de América Latina y Europa.

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El 4 de enero de 2010, a los 64 años, el artista no logró superar una infección que contrajo en una internacion, tras haber sido sometido semanas antes a un doble trasplante de corazón y pulmón, en la provincia de Mendoza, última alternativa a los años de padecimiento por un enfisema pulmonar.

Con éxitos como “Rosa Rosa”, “Dame el fuego de tu amor”, “Tengo”, “Quiero llenarme de ti”, “Porque yo te amo”, “Penumbras”, “Trigal” y “Una muchacha y una guitarra”, entre tantas otras, Roberto Sánchez, tal su nombre real, sobresalió como autor entre los artistas de su género y como intérprete, con su perfecta mezcla de sensualidad y sencillez, alimentada con su imagen de “muchacho de barrio”.

Socios

En el plano musical, supo asociarse con letristas como Oscar Anderle y arregladores como Jorge López Ruiz y Oscar Cardozo Ocampo, entre otros, quienes le dieron un toque distintivo a sus baladas románticas.

Como intérprete, la historia de Sandro puede dividirse entre sus inicios roqueros, junto al grupo Los de Fuego, con frenéticos bailes y traducciones a un español castizo de los primeros clásicos mundiales del género, lo que le valió el apodo de “Elvis criollo”; y su consagración total como cantante romántico, con sus jadeantes fraseos y sus sugestivas miradas.

Tal como marcaba la moda imperante de finales de los ‘60 y de los ‘70, en la que los artistas populares protagonizaban películas como forma de promocionar sus discos, encabezó alrededor de unas 15 producciones, entre las que destacan “Gitano”, apodo que lo acompañó por el resto de su carrera; “Operación Rosa Rosa”, “Subí que te llevo”, “Muchacho”, “Quiero llenarme de ti” y “Embrujo de amor”, entre otras.

Más allá de su enorme popularidad y del cariño que le manifestaron a lo largo de su historia sus fieles seguidoras, a las que se las conoce con el nombre de “Las nenas”, Sandro mantuvo en estricta reserva todos los acontecimientos de su vida privada.

En tal sentido, un gran misterio rodeaba a su casa de Banfield, sitio de reunión obligada de sus fans cada 19 de agosto, día de su cumpleaños, cuyos muros resultaban infranqueables para la prensa.

Incluso, recién luego de su matrimonio legal en 2007, tuvo más exposición pública su única esposa Olga Garaventa, con la que mantuvo una relación de muchos años.

Oriundo de Valentín Alsina, Sandro quedó impactado, como muchos adolescentes de la época, con Elvis Presley, a quien comenzó a imitar en la década del ‘50, mientras cursaba estudios primarios, por lo que empezó a estudiar guitarra.

En los años siguientes, el artista formó diversos grupos hasta que a principios de los ‘60 quedó al frente de Los de Fuego, con los que alcanzó la popularidad como un émulo local del “Rey del Rock and Roll”, presentando una versión más sanguínea y sexual del rock de salón que cultivaban orquestas como las de Eddie Pequenino.

Fue en esos años que Sandro eligió dejar de lado definitivamente la campera de cuero para calzarse el smoking y dedicarse a la canción romántica, una faceta en la que descolló como autor, además de proyectarlo a nivel internacional.

El ostracismo tras los muros de su casa

Los últimos años de Sandro estuvieron marcados por sus problemas de salud, los que de a poco lo fueron alejando de los escenarios, y por el ostracismo elegida tras los muros de su famosa casa de Banfield, aunque nunca olvidó salir a la puerta a saludar a “las nenas” los días de su cumpleaños.

Aunque el doble trasplante al que fue sometido resultó exitoso en un principio, una infección posterior complicó su estado general y, hacia fines de 2009, el desenlace comenzó a parecer inevitable. Apenas el último paso para convertirse en mito. Cuentan, quienes lo conocieron, que si Sandro no tenía shows inminentes retomaba sus estudios de música, que incluían arreglos, composición, contrapunto, armonía y orquestación. Así comenzó a dedicarle horas al ficticio “Juan Sebastián Sánchez”, intérprete de una música más intimista. Esas obras, igual que los instrumentales que compuso en las noches de vigilia mientras cuidaba a su mamá, las grabó bajo el seudónimo de Robert Della Nina. Cuando su madre, Irma Nidia Ocampo murió, el 26 de agosto de 1992, él se encerró en su biblioteca para trabajar el homenaje. Seleccionó diez temas de ese repertorio ignoto, hizo los arreglos, el dibujo de portada y la dirección general de “Penumbras”, título de un disco que no editó masivamente, pero sí para su entorno más entrañable. Un alter ego que nació para suavizar dolores y expresar el sentir del costado oculto del ídolo.

Su relación con la élite del rock nacional

Aunque los orígenes habían unido a Sandro con el rock argentino, los caminos de ambos parecían transitar por senderos paralelos hasta finales de los ‘80, en donde hubo una especie de reconocimiento y revalidación de su influencia para el género.

Su participación en la versión libre que Charly García y Pedro Aznar hicieron del tema “Break it all”, de Los Shakers, en el disco “Tango 4” y su cruce con, por ejemplo, el grupo de rock pesado Riff en su programa televisivo “Querido Sandro”, de 1990, por Canal 13, entre otros hitos, le devolvieron su estirpe roquera ante el público más joven.

La reivindicación derivó en la grabación de “Tributo a Sandro. Un disco de rock”, una placa en la que bandas como Divididos, La Bersuit, Los Fabulosos Cadillacs y Los Caballeros de la Quema, entre otros, versionaron sus clásicos. l


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