Teletrabajo: el desafío de pasar de la excepción a la regla Teletrabajo: el desafío de pasar de la excepción a la regla
Hace poco más de un mes, la Argentina, al igual que gran parte de las economías del mundo, inició un período de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Esta medida tuvo un fuerte impacto en el sector productivo que se vio obligado a actuar rápidamente para encontrar alternativas que le permitieran continuar con sus actividades. En este escenario, el teletrabajo dejó de ser una opción de unas pocas industrias para convertirse en una necesidad.
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¿Estaban preparadas las empresas para afrontar este abrupto cambio en su modalidad de trabajo? Para responder a esta pregunta debemos revisar tres aspectos fundamentales: experiencia previa, recursos y cultura organizacional.
En primer lugar, según el Libro Blanco del Teletrabajo, publicado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en 2017 el porcentaje de trabajadores del sector privado en el país no llegaba al 10%. Si bien este porcentaje se mantuvo en ascenso, el contexto de aislamiento generó un escenario inédito y desafiante.
En segundo lugar, la penetración promedio de internet en los hogares de la Argentina alcanza al 65,8%, pero es muy desigual en el territorio. Mientras que la Ciudad de Buenos Aires tiene más conexiones que hogares, aún hay provincias con niveles de penetración por debajo del 50%.
En un país caracterizado por la falta de experiencia previa y la ausencia de infraestructuras sólidas, uno de los principales desafíos de las organizaciones que apuestan al teletrabajo es dar lugar a una nueva cultura laboral que permita mantener y garantizar la productividad. En este sentido, los aspectos que adquieren mayor relevancia son la gestión y la planificación del teletrabajo.
Según los resultados de la encuesta "Teletrabajo en contextos de aislamiento social. Argentina, Abril 2020", que desarrollamos desde la Red Internacional de Educación para el Trabajo (RIET), el 80% de los trabajadores que respondieron afirma estar teletrabajando. Pero sólo el 11% lo hacía antes del período de aislamiento.
El relevamiento se realizó sobre trabajadores activos, la pandemia está causando estragos en el nivel de empleo. Un estudio reciente con estudiantes universitario en el conurbano arrojó que 1 de cada 4 perdió su empleo.
La respuesta rápida de muchas organizaciones provocó que los colaboradores definan día a día sus prioridades, dado que no hubo tiempo o posibilidades de planificar tareas y objetivos que les permitan administrar su tiempo. Los resultados que obtuvimos evidencian que la planificación es un factor crucial para generar un clima de colaboración y confianza que incide directamente en la motivación de los trabajadores.
Los encuestados que trabajan en relación de dependencia reconocen que, en el contexto del teletrabajo, sus jefes poseen habilidad para confiar en las personas y en los equipos, y ser flexibles. Pero no así de aportar un acompañamiento en materia de prospectiva o de apoyo emocional.
¿Es posible determinar los objetivos y prioridades del equipo con anticipación para que cada trabajador distribuya mejor su tiempo entre lo laboral y lo personal? ¿Tiene sentido el presentismo en el teletrabajo? ¿Qué podemos aprender de este contexto para construir una cultura organizacional que motive y desafíe a sus colaboradores, al tiempo que aumento su productividad?
Es fundamental que las organizaciones utilicen este tiempo de aislamiento como una forma de repensar su cultura y sus procesos, con el objetivo no sólo de mejorar el negocio, sino también de poner al bienestar de sus colaboradores en el centro de su propuesta de valor. Estos estudios tienen justamente este propósito de reunir información clave para la toma de decisiones en este incierto escenario.