Opinión

Scaloni se queda, pero…  

Por Mariano Hamilton

Si me apuran, me atrevo a decirles que hay apenas un 5 por ciento de posibilidades de que Scaloni deje de ser el entrenador de la Selección argentina. Y que, más allá del mal momento que eligió para dejarle claro al presidente Tapia que no estaba conforme (no debería haberles opacado a los jugadores la alegría por un triunfo histórico), es muy difícil que la sangre llegue al río.

O sea: Tapia deberá sentarse a escuchar los reclamos de Scaloni (de plata, organizativos y de trato) y darle la tranquilidad necesaria para que siga adelante hasta el próximo Mundial. Tapia, por más agrandado y cegado por el éxito que esté, sabe que este no es un momento político apropiado para hacerse el canchero. Milei, con Macri atrás, son una amenaza. No es un secreto que el ex presidente de la Argentina y actual candidato a vice de Boca, entrega su brazo derecho por ser presidente de la AFA y así tener chance de coronar su sueño mayor: ser titular de la FIFA. Raro que Infantino no se haya dado cuenta de que muy cerca suyo hay una persona que dice ser su amiga pero que, en realidad, lo único que quiere en la vida es ocupar su puesto.

Pero nos fuimos del tema; hablábamos del DT de la Selección. Y decíamos que lo más probable era que Scaloni siguiera. Ahora bien: ¿y si se pudre la momia y el bueno de Leonel pega un portazo? ¿Qué se debe hacer?

Lo primero que habría que saber es qué les diría Scaloni a sus colaboradores: Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala. En caso de irse, ¿el resto del cuerpo técnico lo seguiría? Es una pregunta sin respuesta todavía, pero en caso negativo, esa podría ser una de las llaves para resolver el problema. Aimar ya mostró jerarquía como DT y con el respaldo del resto de los colaboradores podría tomar la conducción del equipo.

La otra alternativa sería que el elegido fuera Diego Placente, que está haciendo un gran trabajo con la Sub 17. Pero para él también corre la cláusula de lealtad: ¿si Scaloni renuncia se tiene que ir? Tampoco lo sabemos.

Lo único que está claro es que, de todos los que están dando vueltas por la Selección, hay uno que no puede asumir esa responsabilidad: hablamos de Javier Mascherano, quien no dio pie con bola con la Sub 20 en el Sudamericano y en el Mundial (ya dejó afuera a Argentina de los Panamericanos por ese pifie) y que ahora tampoco está demostrando aptitud con la Sub 23 por lo que, lo más probable, es que no se clasifique para los JJOO de París. Recordemos que, en los dos amistosos recientes, perdió 5-2 y empató 0-0 contra Japón.

¿Otros entrenadores? Gallardo lamentablemente acaba de irse a Arabia. Marcelo era el único con pergaminos y espalda para asumir semejante puesto. De ahí para abajo, no hay muchas posibilidades más. No hay entrenador, salvo los mencionados, capaz de ponerse esa mochila sobre los hombros.

Por eso, lo mejor es que Tapia se baje del pony y arregle el asunto que tiene pendiente con Scaloni. Es lo mejor para los argentinos que tanto amamos este deporte, para la Selección y especialmente para él mismo. Porque si se va Scaloni, con el entrenador se escapa lo único que hizo muy bien desde que es presidente de AFA. Y ese es un lujo que no se puede dar. Porque entonces aparecerán en escena asuntitos que nadie quiere mencionar: los malos arbitrajes que benefician a determinados equipos, los cambios en los descensos en el medio de los torneos, el engendro ese de los socios de la Selección para tener hinchas VIP y uno la venta de franquicias por todo el mundo con la marca de la Selección Nacional. Lo mejor es arreglar con Scaloni y dejar que los otros temas queden ocultos tras los éxitos de la Selección.

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