Policiales

Estafan con un auto al hijo de exjuez y lo descubre en Córdoba, camuflado en servicio puerta a puerta

Delitos Económicos secuestró el auto. Afloraron las "argucias" de porteños y tucumanos, en complicidad con santiagueños y un contador foráneo. ESTAFA

Tres meses después de haber sido "chupado" por una banda de estafadores, el automóvil del hijo de un ex juez santiagueño, valuado en $ 4.000.000, "apareció" en la capital cordobesa. Era utilizado para un servicio puerta a puerta y la Justicia investiga a una banda tucumana.

La noticia fue confirmada a EL LIBERAL por el propietario del Toyota Corolla, José Tarchini, quien impulsa un proceso, cuyos ribetes habrían expuesto el modus operandi y logística de la banda, a contrapelo de la Ley.

José Tarchini, interpuso la denuncia ante el Departamento Delitos Económicos y el proceso estaba timoneado por la fiscal Silvia Jaime.

Cronológicamente, la historia comenzó el 12 de agosto pasado. Tarchini acordó una operación de permuta. "Entregué mi Toyota valuado en $ 4.000.000 y pagué $ 1.000.000 por otro vehículo. En horas, la persona con la que acordé la operación (vía Whatsapp) fue reemplazada. Llegó a casa un hombre tucumano con el que hice el trato", recordó el abogado.

Un modelo 2012 en problemas

"Me entregó un Toyota Corolla 2012 y le transferí $ 1.000.000: $ 500.000 para la esposa del tucumano y otros $ 500.000 para un bandeño" (de apellido Quevedo), resumió Tarchini.

Al intentar efectuar la transferencia, Tarchini y una escribana advirtieron que el formulario 08 del Corolla 2012 no concordaba con el vehículo, ya que el dueño original del Toyota 2012 había denunciado y precipitado el bloqueo del dominio para frustrar cualquier transferencia.

"Delitos Económicos se hizo cargo del Toyota 2012 y yo quedé sin auto. A la vez, perdí $ 5.000.000", lamentó Tarchini.

Urgente, la fiscal Silvia Jaime comandó un proceso y expuso la faena de una banda de tucumanos que al parecer utilizó el Toyota 2012 y estafó a tres compradores. Sin titubear, Jaime requirió la detención de una pareja tucumana y, en respuesta, pidió eximición de prisión el bandeño que cobró los $ 500.000.

"Cuando me estafaron, empecé a buscar mi auto (vía redes sociales) en un radio de 400 kilómetros a la redonda. Así, una noche vi por facebook que mi Toyota estaba en venta en Córdoba. Un amigo cordobés se hizo pasar por interesado en la venta", continuó.

"En menos de tres días, la fiscal Silvia Jaime pidió el secuestro de mi unidad. El juez de Control y Garantías, Rodolfo Améstegui, refrendó el exhorto y el personal de Delitos Económicos hizo el procedimiento de secuestro", amplió Tarchini.

"Sé que la persona que lo tenía en Córdoba lo utilizaba como servicio puerta a puerta y que también estaba a la venta. También, me informaron que la imputaron e incautaron su celular", complementó Tarchini.

Tucumanos y un contador, en las nuevas denuncias

La investigación apunta directo a dos tucumanos, padre e hijo, en complicidad con un contador. El profesional tendría denuncias en varias provincias. El modus operandi sería utilizar a personas carentes de recursos (remiseros, camioneros) para entregar las unidades de dudosa legalidad, a las víctimas.

Después, ante el descubrimiento de las estafas, un abogado habituaría ofrecer reintegros para que los estafados no formulen denuncias, ni amenacen con procesos que desnuden las maniobras, menos frustren futuros negocios.

La historia y los nombres son similares en jurisdicciones de Capital y Banda. En todas, la gente compra vehículos y entrega los suyos. En días, se quedan sin su auto y sin el adquirido.

En los tribunales locales, los fiscales unen las piezas pero el rompecabezas aún carecería de forma definitiva. Tanto incomodaría el proceso, que varios tucumanos desaparecieron de la provincia y dejaron a sus abogados para que "limpien" sus nombres, o al menos les garanticen que no saldrán a las calles y acabarán esposados.

Adulteraciones y papeles, lo vital para disfrazar el delito

Las sospechas de la policías se sitúan en una logística interesante, caracterizada por roles definidos. Varios sujeto de Buenos Aires ingresarían autos robados a la provincia, en colaboración con tucumanos y santiagueños "permeables" al desguace. En Capital, talleres mediante, las numeraciones de motores serían adulteradas, a la espera de incautas víctimas.

Otras personas ingresarían a escena con la misión de legalizar y "adornar" la documentación de las unidades "calientes". Con frecuencia, la banda emplearía papeles de otros vehículos para "disfrazarlos" en los destinados a las estafas.

Ex policías

Como la red operaría bien aceitada, los voceros subrayaron que la tarea sería cuasi artesanal y la desempeñaría gente que operaría con concesionarias. Pero, también se sospecha de mano de obra desocupada policial. Finalmente, el toque final estaría dado por personas con conocimientos en redes sociales, resueltas en lanzar al mercado unidades rebosantes e impactantes desde lo visual, pero con una "kriptonita": las debidas verificaciones capaces de sacar a la luz su real origen y conducta.

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