Cómo superar el miedo a una posible guerra
Nadie somos adivinos. Solo existen posibilidades basadas en la información y la predicción lógica, porque el futuro es un arca cerrada de la cual solo Dios tiene la llave.
Desde luego que la historia nos ayuda a entender cómo han sucedido las cosas y de qué manera han terminado. Lo cual nos permite comprender mejor que lo importante no sólo es saber cómo es que comienzan las guerras sino también la manera en que terminan.
Entendemos que la reciente intervención militar de Rusia en Ucrania, ha despertado multitud de inquietudes y el recuerdo del inicio de las dos últimas grandes guerras. Lo que ha generado muchos temores a una escalada que nos pueda conducir a una tercera guerra mundial. Lo que efectivamente tiene la inmediata consecuencia de desencadenar muchos miedos de todo tipo que alteran los mercados y la estabilidad emocional de la población. Por lo que, en este artículo trataremos de hacer algunas reflexiones que nos ayuden a enfrentar mejor la situación.
Tratar de estar bien informados
Una de las mejores maneras de aclarar las ideas y de no reaccionar emocionalmente, es estar bien enterados y con la documentación adecuada. La ignorancia desata muchas fantasías y así se llegan a hacer multitud de innecesarias y falsas especulaciones. Esto lleva a nutrir más nuestros miedos en vez de dar la correcta dimensión a los hechos.
Evitar los pensamientos negativos y pesimistas
Hay muchos analistas y líderes de opinión que francamente rayan en el pesimismo. En vez de ser objetivos y equilibrados en sus puntos de vista, generan ideas que asustan más, cobijados en una supuesta realidad que ellos dicen conocer mejor. Pero que por realistas que parezcan no dejan de ser una opinión, cargada de aspectos negativos que no dejan espacio al equilibrio y a la moderación.
Mezclar fantasía, ignorancia y pesimismo resulta una fórmula inadecuada si es que deseamos disminuir y controlar el miedo.
Obtener una información más equilibrada
La incertidumbre es mejor llenarla de ideas que nos permitan no perder la seguridad y la confianza. Debemos mantener esta firme, principalmente alimentando la esperanza de un mundo mejor y de que nada malo o negativo tiene que pasar. Siempre hay espacio para que también se encuentren las mejores soluciones y las cosas mejoren, sin que pase nada malo. En pocas palabras, no perder el optimismo y el ánimo por el triunfo de la sensatez, la cordura y la bendita paz.
Unirnos para promover la paz
Sea por medio de la oración, el diálogo fraterno, los buenos deseos, el ayuno, el sacrificio y todo lo que nos lleve a inducir una paz colectiva. Así, no dejaremos que cunda el pánico. No perdamos la fe en la buena voluntad y en saber que finalmente estamos siempre en manos de Dios.
Es mejor no tomar partido alguno sino comprender bien los acontecimientos
Una de las tentaciones más grandes es inclinarse y tener simpatía por alguna de las partes involucradas, en vez de optar por una sana neutralidad y así ser más bien promotores de la paz y la comprensión de los beligerantes. Formar parte de uno u otro bando alimenta los resentimientos y odios que incrementan aún más el conflicto.
Mantener la calma y la unidad familiar
Es una oportunidad para fortalecer la unidad de la familia y preservar el valor de la tranquilidad y los elevados ánimos para continuar la vida, realizando nuestras actividades de manera normal. De nada nos sirve estar preocupados y temerosos de lo que pueda suceder en un futuro próximo.
Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles, que nos permiten probar la solidez y el vigor de nuestros valores.
La templanza, la prudencia, la fortaleza, la justicia, la esperanza, la fe y la caridad las debemos poner en práctica de una manera ejemplar. Que sean muestra de la madera de la que estamos hechos. Son tiempos de dar un testimonio de aquello en lo que creemos y tenemos plena confianza. Así que nada de agobios ni enojo, malestar o tristeza. Tampoco estamos para festejar las cosas tal y cual están sucediendo. Pero, sin duda, es una clara oportunidad de darle nuestra mejor cara a estas tormentas que inundan nuestra época.
Dejemos de temer y pongamos lo mejor de nosotros mismos para cooperar con todas las personas de buena voluntad, para preservar la paz y la concordia en todos los ámbitos donde parece que quiere reinar la discordia.
Lo que está en nuestras manos es mantener una buena actitud y dar testimonio de la fe y de nuestras convicciones.
De todo corazón, deseamos la unidad y la oración colectiva por evitar la escalada y los daños que ocasiona el uso de las armas en vez del diálogo.